lunes, 26 de diciembre de 2011

population

Adjunto muestro unas tablas con la evolución de la pirámide de población prevista para los próximos años por las Naciones Unidas. A primera vista resulta llamativo que la pirámide ha dejado de ser tal para convertirse en una casa, en la que la parte superior (el tejado de los mayores de 65 años) va adquiriendo importancia. Va a pasar de un 5% de la población en 1950 a un 16% estimado para 2050.

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Estos cambios demográficos tienen unas repercusiones económicas evidentes. Analizando los datos de las principales economías de la Unión Europea, actualmente el 15% de su PIB está destinado a pagar transferencias por pensiones y dar servicios a los mayores de 65 años. Si tenemos en cuenta que la población mundial, especialmente la de los países occidentales, va a ir envejeciendo a marchas forzadas en los próximos años, el problema se va a ir acrecentando. Se espera que para el 2040 se incremente en un 30% ese gasto hasta llegar a un 20-22% del PIB, bajo las mismas condiciones que en la actualidad. En Japón, que actualmente ya se encuentra en el 22%, pasará a ser un 27%.

¿Será esto posible? Bajo el actual sistema de pensiones y seguridad social en el que los ingresos anuales se gastan y reparten todos los años en servicios y pensiones, sólo se podría conseguir con un incremento de la recaudación por impuestos de esos 5/7% sobre PIB, que es tanto como reconocer que no existirá país occidental cuya recaudación pos impuestos y gasto público puedan ser inferior al 50% del PIB.

Llegar a estos niveles de impuestos supondrán un desastre económico. La clase trabajadora tendrá cada vez menos renta disponible, lo que supondrá un parón en el consumo sin parangón. No existirá ahorro y el poco disponible se irá reduciendo. Será el de los jubilados que van consumiendo también su ahorro. Este efecto, el de la reducción del ahorro nacional, ya se está produciendo en Japón.

Si no se opta por el camino de más impuestos, el incremento de esos beneficios sociales supondrá un porcentaje cada vez mayor sobre el gasto público. Este reducirá la capacidad de inversión del estado y por lo tanto la capacidad del estado de generar crecimiento a largo plazo. En el tiempo las infraestructuras no se mejorarán y no se mantendrán correctamente. En Japón esos costes serán un 66% del gasto público. En el resto de países occidentales el 50%. Esto nos lleva de nuevo a una situación insostenible.

Pero esto se dará bajo las mismas condiciones que en la actualidad. Pero se pueden cambiar las condiciones. Se puede exigir que los trabajadores se jubilen más tarde, que cobren menos pensión o que reciban menos servicios. ¿Cuánto más tarde? ¿Cuanta pensión? Estos dos temas que se empiezan a tratar por nuestros políticos, van a ser temas que van a estar presentes en los próximos años y que iremos comentando.

Debemos tener en cuenta que la edad de jubilacón y las pensiones se estableciero en 65 años cuando la esperanza de vida era de 65 años. La esperanza de vida se ha ido alargando, pero no la edad de jubilación. Esto cambiará. Ya se han puesto en marcha medidas para pasar de los 65 a los 67 años. No será suficiente porque de nuevo la medicina irá avanzando y haciendo crecer la experanza de vida.

Otra de las opciones es pagar menos jubilación. Esto resulta especialmente complicado para las renatas más bajas, pero para las más altas los topes de pensión se van a ir rebajando en el tiempo. Todos deberemos considerar la posibilidad que con la jubilación tenga que bajar nuestro nivel de vida.

También se pueden dar menos servicios, dar servicios más baratos o exigir un copago de esos servicios. Todo esto que ahora parece imposible también lo veremos. Y lo veremos porque no será una razón ideológica sino económica la que impulse estos cambios. Un resultado colateral de estas restricciones presupuestarias será que los funcionarios vean decrecer su renta real an los próximos años.

Probablemente las soluciones vengan por una mezcla de todas las propuestas: mayor edad de jubilación, menos pensiones y menos servicios gratuitos. A los que estamos ahora en edad laboral, nos toca pensar en soluciones personales para esos años de jubilación si no queremos ver reducido de forma sustancial nuestro nivel de vida. Es preciso volver a esa vieja idea que la sociedad estableció cuendo no existía el estado: la familia.

Ahora que parece que los estados se van a ver obligados a mantener sus finanzas dentro de un orden, que resulta obvio que el envejecimiento de la población es un factor que presionará el gasto al alza, parece evidente que este mismo estado dejará de presar servicos, o cobrará por ellos o los prestará de una forma mucho más eficiente y barata.

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