lunes, 9 de enero de 2012

a vueltas con las finazas publicas

En este blog llevamos tiempo dandole vueltas a varios conceptos macro que creo merece la pena sistematizar.  El nivel de deuda de los Estados es uno de ellos.

A los estados les pasa lo mismo que a los particulares, uno puede ir endeudándose hasta que llega un momemto en el que el acreedor (el que nos presta el dinero) empieza a dudar de nuestra capacidad de devolución. En ese momento, las ampliaciones de deuda se empiezan a pagar mucho más caras. Se sigue pudiendo endeudarse, pero ahora cuesta más.

Si no se toman medidas, el endeudamiento sigue creciendo hasta que esos acreedores que nos prestaban deciden no prestar ya más, o prestar con unos intereses desorbitados (¿un 15%?). Es el Big Bang que ya han sufrido alguno de nuestros vecinos. Antes probablemente el banco central emisor de dinero haya monetarizado (impreso dinero) parte de la deuda. En ese momento el tamaño de la deuda y el coste de su financiación pueden provocar el colapso del estado.

O se toman mendidas de austeridad y se reduce la deuda o se reestructura, es decir, se negocia con los acreedores que no se va a devolver toda la deuda. En cualquier caso se ha llegado a un nivel de apalancamiento tan grande que se necesita reducir. En ambos supuestos se debe pasar por una reducción del gasto público, por medidas de austeridad y aumento de impuestos, y probablemente por recesiones. La alternativa es un colapso total o una depresión.

En las economías occidentales ya se han alcanzado estos límites, o se está muy cerca de ellos. Los estados carecen de capacidad de endeudamiento, o el coste empieza a ser demasiado elevado. Las posibilidades de estímulo de la economía a través del incremento del déficit público desaparecen. Los nuevos equilibrios empiezan a ser mucho más delicados, porque se carece de capacidad de apoyo incluso al sector financiero, que si no goza de buena salud, se convierte en otro lastre para la recuperación.

Por eso llama la atención las famosas políticas Keinesianas que consisten precisamente en eso, en incrementar el déficit público para reactivar la economía. Llama la atención porque ya existen evidencia históricas que demuestran que con el actual nivel de endeudamiento esas políticas acaban siendo contraproducentes.

Tomemos el caso de España. En tres años se ha duplicado la deuda pública a cambio de una supuesta reactivación económica que nos ha dejado con más de 5 millones de parados, con un coste de financiación históricamente alto, con dudas sobre nuestra capacidad como estado de seguir en el sistema euro, con un sistema financiero destrozado, con una cartera inmobiliaria sobrevalorada...

¿Y saben por qué ha pasado todo esto? En opinión de esos keinesianos porque todavía no se ha gastado lo suficiente. Porque hay que seguir gastando y endeudándonos. ¿Pero no estamos en el borde del precipicio?

Y después de todo a las personas responsables de este desaguisado el único castigo que se les ha aplicado ha sido la pérdida del gobierno. A estos que hasta el día después de perder las elecciones decían que el déficit público iba a ser del 6.4% para acabar por encima del 8% no se les exige responsabilidades. A estos que han tenido un desfase adicional entre ingresos y gastos de 20.000 millones de Euros no se les exige más responsabilidades.

Somos una democracia joven, pero todavía nos falta mucho por aprender.


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